sacabó

se han acabado las olimpiadas. ahora salen todas esas imágenes emotivas de esfuerzo y superación, de fracaso, llanto, dolor y desconsuelo, de alegría ilimitada y de cansancio supremo. y todo eso me emociona. sobre todo si veo un trozo de un partido de fútbol en el que he visto más teatro, ficción, falsedad y cuento que en todos los juegos olímpicos. me da pena que se acaben los juegos porque lo veo como una tregua que se da la humanidad en su continuo perseguirse a sí misma.

y cada vez menos, porque mira lo de georgia (increíble ver ganar medallas a atletas cuyo país está siendo bombardeado), mira los reproches cuando lo del avión de barajas, mira la niña de 13 años con un cinturón lleno de explosivos...

y balerma también se ha acabado. lo que siento cuando me vengo de allí lo resumió muy bien isidro, mi vejino, cuando me vio el sábado por la tarde mirando al mar: "no pienses la hora a la que te vas porque, te vayas cuando te vayas, te vas a poner de mala leche". y tenía razón. y su mujer, carmen, me dijo al día siguiente en la playa: "si yo pudiese hacer un milagro pa que te quedases unos días más, hacía lo que fuera. no he visto nunca a nadie disfrutar tanto de balerma como a ti". y me iba a volver por la autovía, pa ver a carlos y pa no ver el mediterráneo (o verlo lo menos posible). pero al final me quedé dormido en la siesta del domingo y estaba justillo de tiempo, así que me volví por la costa. y no sólo eso: no me fui por motril y granada, sino que me fui por málaga, con lo cual al final ganó mi mono de mar y apuré al máximo viéndolo.

y ya, hasta el año que viene. necesito una semana seguida como mínimo allí.