...y los sueños, sueños son
no es refrán, es una frasecilla célebre de un libro antiguo que escribió pedro, aunque actual, si lo releemos aplicando sus enseñanzas a la vida actual.
el caso es que quería hablar sobre la infinita belleza de la fragilidad de una idea. sueñas algo, estás dormido y lo vives, tienes gente, lugares, actos, palabras, incluso olores para recordar al depertarte. y llega ese fatídico/bendito (dualidad debida a que hay sueños... pero también pesadillas) momento en el que toca a su fin la noche reparadora y hay que volver a este mundo en este año en un solo sitio. y entonces, durante unos segundos, dudamos de si el sueño ha sido real o fue sólo un sueño.
y unos segundos más tarde... todo se ha ido. y no eres capaz de recordar nada. tal vez tengas una pequeña idea del tipo de "sí, soñaba que estaba en la playa con gente que no son del grupo de la playa" o algo así. en cualquier caso, ni podemos profundizar ni podemos retener esos restos de recuerdos en la mente.
en esos casos, comparo a los sueños con un trozo grande de hielo en verano. lo tienes, pero se te va. y por mucho que lo agarres intentando que no se rompa, la estructura se pierde y van quedando sólo retales que, inevitablemente, acaban por dejar de estar presentes.
luego nos quedan las manchas del hielo derretido, que es el momento en el que sabemos el tema de lo que hemos soñado pero no recordamos nada más. o tal vez sólo recordemos a la gente que nos rodeaba en el sueño, pero ni sabemos dónde están ni por qué están allí ni de qué hablamos.
finalmente, también la mancha se evapora y entonces pasamos el sueño a alguna otra parte de nuestro cerebro de donde no somos capaces de extraerlo.
a veces me da pena no recordarlo porque sé que ha sido un sueño bonito. de hecho, me gustan la inmnsa mayoría de mis sueños, no tengo pesadillas excepto esa que se me repite de que voy andando por la calle frente a la farmacia y cruzo la calle del sol en dirección a la iglesia. al subir la acera de la casa de mi tía paca (que ahora es una óptica), caigo al suelo y me despierto, inevitablemente (al menos hasta ahora) incorporándome en la cama. y por bonito que sea el sueño, aunque haga esfuerzos vanos por tratar de recuperar esbozos de la idea que me ha tenido ocupado los últimos minutos del sueño... pienso en lo bonito que llega a ser, no olvidar el sueño como hecho, sino la fragilidad de la idea en sí. siendo un pensamiento tuyo, no eres capaz de recordarlo.
me gusta eso.
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