planes frustrados y origen de una costumbre

se acabó el paseíto que prometí en el último post. le ha dado por llover.

me gusta la lluvia, me gusta mucho. no sé, creo que debe ser, en parte, porque no la vemos mucho por aquí abajo y ya casi es como la nieve cuando éramos pequeños: una divertidad novedad.

me encanta ver llover sobre agua. prefiero que sea sobre el mar, pero, si no es posible, me conformo con un río o lago... o incluso en un charquillo no mu pequeñajo. recuerdo que me pasaba fácilmente una hora mirando por la ventana en la casa de mis padres de valverde. miraba por la ventana en invierno mientras miraba caer agua por todos sitios, golpeando todas las cosas. era mi época de empezar con la música (fui, como para tantas otras cosas, tardío para eso), sobre los 15 o 16 años. sonaba cualquier radio de música normalita, con pocas palabras y muchas melodías, y me pasaba de las 2 a las 3 de la mañana en la ventana, apoyado contra la madera. se me viene al acabeza especialmente un día en el que nublo (un pastor alemán precioso, llamado nublo en homenaje a nublo, un pastor belga de mi tío paco que vivió cuando yo tenía unos 5 o 6 años) corría por el jardín entre los árboles saltando y mojándose. me dio una emzcla de fascinación, adoración y envidia. pero no tanto por su fuerza, agilidad y velocidad, sino porque podía hacer eso. creo que, desde entonces, no uso paraguas.

buenas noches, voy a trastear un rato con la lluvia de fondo en algunos blogs que tengo abandonados y, mi favorito, ir de un enlace a otro sin ton ni son pero leyendo todos con avidez. si uno no gusta, abandono rápido, hay muchos otros millones de personas con ideas tratando de comunicármelas. coño! ya son las 3!!