once segundos
once minutos es el tí tulo de un libro de paulo coelho. se supone que es el tiempo que dura, de media a nivel mundial (me intriga quién se encarga de calcular este tipo de cosas), una relación sexual.
esta entrada del blog se llama once segundos porque tengo estudiado que es el tiempo que tarda la gente, de media, en llamar por segunda vez al telefonillo de la farmacia. y eso siendo generoso. ¿la gente de verdad piensa que los que tabajamos en una farmacia de guardia no tenemos nada que hacer y que simplemente estamos sentados esperando que nos llamen?
desde aquí quiero hacer saber a la gente que no conoce una farmacia y su mecanismo habitual de trabajo que se está ocupado de noche. y, si por lo que sea se puede estar ocioso, se duerme o se descansa.
además, otra comprobación que he hecho es que, mientras menos urgente es una llamada a la farmacia de guardia, más veces llaman. esta noche ha llamado una señora a eso de las 3 am. yo estaba subido a una escalera en el sótano. no me ha dado tiempo a soltar las cajas que tenía cuando ha llamado por segunda vez. el tercer timbrazo llegó cuando acababa de bajar de las escaleras, así que decidí andar más despacio. subiendo las escaleras llegó la cuarta llamada. pensé que la señora se moría en el ventanuco. y la quinta llegó cuando ya me estaba viendo. la miro con cara de mala leche y me dice que necesita un biberón de tetina ancha.
toma ya. eso sí que es una urgencia. desde luego, si hubiese sido el dueño o tuviese permiso, le habría dicho que hasta por la mañana no hay biberones ni chupetes ni nada de eso. esto confirma el dicho de que si das la mano te cogen el brazo. se estableció un sistema de guardias para que la gente tuviese acceso a medicamentos de urgencia a horas intempestivas, lo cual me parece estupendo. pero claro, si está abierta la farmacia, vamos a por preservativos, papillas, crema para hemorroides, biberones, gel de baño, barras de cacao, pañales, desodorantes, champú para los piojos (con liendrera incluida, no me veo a la señora a las 3 de la mañana entre semana lavándole la cabeza a su niña y peinándola, la verdad)... incluso me pidieron, a eso de las 2, un hueso para que lo mordieran el perro.
pa mear y nochá gota, vaya...
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