8 de diciembre de 2010
En el aeropuerto de Praga, esperando embarcar rumbo a ljubljana. Recuerdo cuando estuve en Praga unos días con frasco, elena, julia y Mónica. Un buen viaje, concentraíto, pero un buen viaje.
Venían unas parejas de españoles en el avión con nosotros. Alardeaban de los sitios a los que habían ido. Lo deduzco porque creo que han enumerado todos sus viajes juntos (y muchos en los que decían: “no, nosotros no fuimos ahí con vosotros porque estuvimos allí con otra gente, sabes?”) y, además, a pesar de estar todos juntos sentaítos, se hablaban de esquina a esquina, de tal manera que 10 filas de asientos por delante y por detrás nos conocemos sus vacaciones al dedillo lo cual, todo ha de ser dicho, no me importaba lo más mínimo.
Y es que los españoles cuando viajamos nos gusta dejar muestras de nuestro ingente catetismo allá por donde vamos. Hablaré genéricamente, porque algunos haremos unas cosas, otros otras, los menos todas y quizá haya alguien que no haga ninguna.
- Hablar a gritos o en voz mucho más alta que la media de los locales. Aunque hablemos a una persona que esté a medio metro de nosotros, es como si tuviésemos que demostrar que somos españoles y que vamos dejando huella allá por donde vamos.
- Comparar todo con algo que una vez vimos en España. Y, siempre, lo español es mejor. Desde las montañas a las tiendas, pasando por los restaurantes, las calles, los edificios… todo es comparable.
- Decir que la gastronomía española es infinitamente mejor que la de cualquier lugar en el que estemos. Probar un goulasch y decir que el estofado de ternera de mi abuela es mucho mejor. O tomar tempura y decir que yo hago verduritas rebozás y me salen más ricas. O probar una tabla de quesos franceses y decir que un buen queso manchego es mejor que todos los quesos franceses. O probar embutido alemán y compararlo con el jamón y el salchichón ibérico. Joder… son cosas distintas. Si sólo te gusta lo que se hace en España, no vayas a un chino luego cuando estás en España. Ni pidas puñeteras pizzas que, en cuanto las pruebes en Italia, dirás que conoces una pizzeria en España donde las hacen más ricas. Eso son ganas de autojoderse el disfrute.
- Quejarnos de un precio más caro que el de España y reírnos del país que tenga las cosas mucho más baratas que en España. Por ejemplo: los finlandeses son unos timadores que lo tienen todo supercaro y los polacos subdesarrollados sin un euro paná.
- Quejarnos del tiempo. Haga el que haga, en España es mejor. Recuerdo cuando estuve en bagan, en Birmania, que estábamos todos achicharrados de calor (más de 40ºC desde las 11 de la mañana no era para menos) y nos encontramos a un francés que dijo que eso no era nada, que lo pasó mucho peor visitando a su novia en Sevilla en un mes de julio. Y le dimos la razón los dos que habíamos vivido en Sevilla. Y ahora mismo, al llegar a Praga, las mujeres a las que me estaba refiriendo han dicho que con todo nevado y 2ºC es imposible hacer nada. Bueno, pues en salamanca hace 4 días por estas horas de la mañana tenían la módica temperatura de 3 graditos bajo cero. Y no se llegó a morir nadie ni dejaron de trabajar ni nada… pero claro, si la señora ve nieve en un país frío es un horror.
- En Portugal o Brasil, la tendencia a hablar español más lentamente y gritando más es como si nos tuviesen que entender por narices. Por suerte, lo de hacer lo mismo en países con hablas más diferentes del castellano está en extinción (creo).
En fin, hace unos días estuve en granada con vidal y Susana y éste fue uno de los temas de conversación. Javi añadió un prototipo de español: el graciosillo. Es un personaje que siempre tiene que hacer alguna broma. Lo entienda o no el guía, los extranjeros que haya alrededor y le haga o no alguna gracia a los que lo hayan entendido. Por ejemplo: si ves a un grupo en el que hay un graciosillo que se dirige hacia un mirador en el que tú estás viendo el paisaje. Cuando se acerque el graciosillo, deja de reírte o de sonreír, porque como él haga uno de sus chistes y su mirada se cruce con la tuya y tú estés con media sonrisa, estás acabado. Seguirá porque ha visto que es bueno. Muy bueno. De los mejores. Y querrá demostrarlo. Y si ve que lo estás oyendo y entendiendo, cabe la posibilidad (nada remota) de que se te acerque, te pregunte de dónde eres y hala… ya tienes un amigo, lo quieras o no. Eso me pasó una vez en un sitio donde estaba solo y llegaron 10 o 12 turistas en grupo. 3 o 4 eran españoles. Vieron que tenía un pin de la bandera de España en la mochila y se me acercaron. Como estábamos visitando un palacio y éramos los únicos (un grupo de uno y un grupo de 12), evidentemente me di cuenta de que ellos eran españoles y los demás no los entendían (afortunados ellos). Cuando vieron lo del pin, se me acercó uno y me dijo que si era español, así que me puse a hablarle en portugués y le dije que portugués. Y que “nao falaba espanhol”. Pues, aún así, tuve que sonreír cuando me preguntaba algo como si no entendiese nada. Y el tipo me habló un par de veces más, cogí el libro y me piré.
En fin, sólo espero no cumplir muchos de esos “paradigmas del buen viajero españó” y no estereotiparme como lo que critico. Por ahora, disfrutaremos Eslovenia tratando de ver cómo es la gente de allí.
4 Comments:
Muy buena descripción. Lo del ingente catetismo es buenísimo!
8:34 da tarde
Sólo estoy de acuerdo en parte. Todo depende del tipo de viaje. Si te vas en un puente a cualquier ciudad europea, pues tienes todas las papeletas de encontrarte con esos especímenes que describes. Todo cambia cuando el destino es menos llamativo, vamos de ésos en que la Lonely o la Rough te sirven realmente. Hace unos años no se veía en estos destinos nada más que a franceses, alemanes o británicos (algún yankie). Mi experiencia con españoles o con eslovenos, mexicanos... en estos casos ha sido más que buena y enriquecedora.
9:53 da manhã
Estamos generalizando, ya sabemos que es un error, pero es divertido hacerlo.
3:03 da tarde
tiene razón harry... y luisma, claro.
luisma porque loq ue dice es verdad. recuer4do ahora a perla, una mexicana que nos encontrmaos en birmania... o a un barcelonés que vivía en praga... y es gente maja, claro.
lo que pasa es que a los españoles normales viajando por ahí no los ves, apsan desapercibidos... por ser normales. y los otros... pues parecen lso únicos españoles.
en ljublajana, la gente del juevs y del viernes era una y el sábado, lleno de italianos, era ya distinto. es que los italianos pa esto son muy españoles. o nosotros muy italianos, lo que prefieras.
incluso en sudamérica, que hablan casi como nosotros, nos dicen que hablamos enfadados, como nosotros a los alemanes.
y lo del generalizar, es algo que no te lleva aningún buens itio... pero está bein hacerlo de vez en cuando. si no, vaya rollazo de blog, que ya de por sí lo es... imagina cómo sería.
mieo me da pensarlo, jejeje
1:42 da tarde
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